La visión de Sócrates sobre mujeres y procreación

Mucho se escribe que las mujeres solo contaban para procrear en la antiguedad. Eso es falso. Tener hijos no se hacía con cualquiera. Sostiene Jenofonte respecto de Sócrates (Jenofonte fue discípulo de Sócrates)

«Según eso, ¿podríamos encontrar a alguien que haya recibido mayores beneficios que los hijos de los padres? A quienes los padres cuando no existían les dieron el ser, el poder ver tantas bellezas y participar de tantos bienes como los dioses procuran a los hombres, bienes que nos parecen tan valiosos que nos resistimos a abandonarlos más que ninguna otra cosa; y las ciudades han establecido la pena de muerte para los crímenes más graves en la idea de que no hay miedo a un mal mayor para reprimir el delito. Desde luego, no te imagines que los seres humanos engendran hijos por el placer sexual, porque si de eso se tratara, las calles están llenas de medios para satisfacerlos, como también están llenas las casas. Más bien es evidente que tomamos en consideración de qué mujeres podríamos tener los mejores hijos, y es con ellas con las que nos unimos para procrearlos. El hombre, por su parte, sustenta a la que está dispuesta a colaborar con él en la procreación y prepara para los hijos que van a nacer todo cuanto piensa que les va a ser útil durante la vida, y ello con la mayor abundancia que puede. La mujer, en cambio, tras haber concebido acepta la carga, aguantando molestias y poniendo en peligro su vida, comparte el mismo alimento con el que ella se sostiene, y, después de llevar el embarazo hasta su término con grandes trabajos, a continuación del parto lo mantiene y lo cría, sin haber recibido previamente ningún beneficio de él y sin que el retoño sepa de quién recibe buen trato ni pueda dar a entender qué le falta, sino que ella misma, conjeturando lo que le conviene y lo que le puede gustar, intenta satisfacerle y lo va criando durante mucho tiempo de día y de noche a costa de fatigas, sin saber qué agradecimiento recibirá por ello. Y no basta con criarlo únicamente, sino que además, cuando parece que los niños son ya capaces de aprender algo, los padres les enseñan lo que ellos mismos saben de bueno para la vida, o bien, si consideran que otro es más capaz de enseñarles, se los envían pagando los gastos, procurando por todos los medios que los hijos sean lo mejor posible.»

Jenofonte. Recuerdos de Sócrates · Económico · Banquete · Apología de Sócrates, Biblioteca Clásica Gredos, 182, ISBN 9788424932145, Madrid, 2016,
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